La minería ha generado cambios ambientales y sociales. Sus impactos no sólo son ambientales en cuanto a hábitats, contaminación o afectación de la comunidad local. Casi todos los impactos sociales y ambientales negativos de la minería se pueden evitar si las compañías operan con los estándares correctos. Sin embargo, las estructuras actuales no han facilitado que efectivamente haya un comportamiento responsable en las operaciones mineras y en sus impactos sociales como ambientales.
En los últimos 10 años, diferentes grupos de la sociedad civil se han puesto en la tarea de crear campañas para que el comportamiento corporativo sea responsable y se enfoque en la promoción de silvicultura sostenible, en la prevención del tráfico de minerales preciosos y en la protección de los derechos laborales en la industria, entre otros.
Los comercializadores y el sector privado tienen claro que existen riesgos de asociación cuando los consumidores saben que los productos vienen de una producción irresponsable y se abstienen de comprarlos. Ahora existe una tendencia en la que los consumidores procuran hacer elecciones ambiental y socialmente responsables a la hora elegir un producto o servicio y por eso los inversionistas y grandes productores se han dado la tarea de responder a esta necesidad disminuyendo los riesgos ambientales, sociales y así menor costos para hacer negocios.